El efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio. Es decir, la tendencia que tenemos a sobrevalorar nuestras capacidades y aptitudes. Seguramente, en alguna ocasión, te habrás encontrado con alguien que lo sabe todo: que sabe más de todo que nadie, cocina mejor que nadie, que sabe más de medicina que los propios médicos, etc…
En efecto, hay personas que asumen que saben más que los demás. Personas que aparentan ser cultas y sabias pero que en realidad cuentan con un escaso conocimiento sobre todo lo que hablan.
Este sesgo se explica por una incapacidad metacognitiva del sujeto para reconocer su propia ineptitud. Lo cierto, es que hoy en día, todos tenemos tendencia a ser eruditos en algún campo por lo que, todos podemos ser víctimas del efecto Dunning-Kruger. Sin embargo, hoy en día la ciencia nos explica por qué.
David Dunning y Justing Kruger, que justamente dan nombre a este fenómeno, son dos Investigadores de la Universidad neoyorkina de Cornell que desarrollaron una serie de estudios para verificar por qué la ignorancia genera más confianza que el conocimiento.
Al analizar los resultados obtenidos, observaron que cuanto mayor era la incompetencia del sujeto, menos consciente era de ella y más positivamente sesgada era su valoración. Por el contrario, aquellos sujetos que mostraban una mayor competencia real, tendían a infravalorar su capacidad y a subestimar sus propias capacidades.
Existen personas con mucha iniciativa y con fuertes opiniones que tratarán de imponer su opinión, creyendo que puede ser útil. Aunque sus intenciones sean buenas, la realidad de su punto de vista es parcial por lo que sus opiniones puede que no sean del todo acertadas, aunque ellas crean todo lo contrario.
Una explicación razonable que puede dar respuesta a la pregunta de a esta pregunta es que no podemos darnos cuenta de nuestra incompetencia sin tener un conocimiento mínimo de dicha competencia. Por otro lado, el no saber de algo no quiere decir que no hayamos desarrollado una idea prejuiciosa sobre ese algo debido a ideas preconcebidas, conocimientos extrapolados y sabidurías populares.
Por lo general, para evaluar nuestro conocimiento debemos compararnos con medidas objetivas. También, debemos prestar atención en la forma en que tomamos decisiones sobre cierto tema. Por ejemplo, si tomamos decisiones basándonos en si algo es bueno o malo, en primeras impresiones o sin documentación que fundamenten nuestras conclusiones, probablemente estaremos sobrevalorando nuestro propio conocimiento.
Cuando estemos fuera de nuestra área de conocimiento hay que ser receptivo ante la crítica y las opiniones de los demás.
En el efecto Dunning-Kruger no sólo caen las personas más incompetentes. Las personas con conocimientos moderados sobre un tema, o con una habilidad concreta para desarrollar una función, a menudo presentan inseguridades. El motivo de estas inseguridades, es porque ya son conscientes de lo que saben y de lo que no saben. Es decir, tienen consciencia de lo que les queda por aprender para poder considerarse expertos en alguna materia. Por consiguiente, esta inseguridad, hace que la persona tenga menos confianza en su propia capacidad pudiendo llegar al extremo de convertirse en el Síndrome del Impostor.
En cuanto a las personas expertas, se aprecia un efecto de sobrevaloración de los conocimientos de los demás. Los expertos no infravaloran lo que saben, conocen exactamente el valor de sus conocimientos y suelen considerar que los demás saben más de lo que realmente saben. Es decir, asumen ciertos conocimientos como obviedades y por lo tanto, creen que son conocimientos que todos tenemos. El resultado es que a la persona experta se le quitan las ganas de enseñar porque lo entiende todo y por el contrario, al que aprende, se le quitan las ganas de aprender porque se ve incapaz de seguir el ritmo.