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Un ala volante en Sarmiento: la aventura de José Hutnik

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Un trabajador ganadero de Sarmiento construyó un ala volante en 1930. El experimento no terminó bien, pero dejó un recuerdo imborrable.

Hutnik, de origen austriaco, vivía en la chacra Las Islas, ubicada a 7 kilómetros de la ciudad de Sarmiento. Según relata su sobrina, Felisa Berta Hutnik, el hombre pasó todo un verano pensando en cómo diseñar un ala volante.

Para orientarse en el proyecto, Hutnik cazó una avutarda, la pesó, midió sus alas y sacó la proporción que le correspondería al peso de una persona. Con estos datos, utilizando varillas de madera, construyó un ala volante articulada, a la que haría volar efectuando movimientos de brazos y piernas mediante unas gomas conectadas con el ala.

Una vez preparada el ala, Hutnik se trasladó hasta un médano, instaló un pedestal donde se subió y le pidió a las personas que lo acompañaban que lo sujetaran hasta que se produjera una ráfaga de viento.

Llegado el momento oportuno, lo soltaron, el viento elevó el ala y Hutnik movía sus piernas y brazos con energía para lograr mayor sustentación. El efecto vuelo se logró por unos pocos metros, pero Hutnik hizo un giro de 360 grados y cayó pesadamente, rompiéndose el ala en varias partes.

Ese fue el inicio y final de aquel experimento que este admirable hombre pergeñó, quedándose el recuerdo de esta maravillosa experiencia, los dolores y moretones por varios días.

Según se comenta, Hutnik había solicitado asesoramiento para el proyecto a don Casimiro Szlapelis, quien cuando finalizó la prueba exclamó: “nos olvidamos de hacerle una cola”.

La historia de José Hutnik y su ala volante es un ejemplo de la curiosidad y el espíritu aventurero de los pioneros de Sarmiento. Su experimento, aunque fallido, dejó un legado que aún hoy se recuerda.

Investigación histórica por Omar Quinteros

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